En los cuentos “El Sur” y “La muerte y la brújula”, ambos de Jorge Luis Borges, el lector es capaz de comprender que esta idea del tiempo, como lo conocemos, no existe. En “El Sur”, Borges mezcla la realidad con lo irreal para lograr esto, mientras que en “La muerte y la brújula”, utiliza a los detectives y los laberintos creados sobre todo por Lonrot.
En “El Sur”, la idea del tiempo no existe. Borges juega con el tiempo y el espacio y crea dos mundos paralelos los cuales son el sanatorio y el Sur, para confundir al lector. Busca una manera para que el lector no sepa cual es el lugar y la situación por la cual Dahlmann está pasando y se aprovecha del golpe que se dio para jugar con el tiempo y crear duda en el lector sobre si Dahlmann esta alucinando o si de verdad está en el Sur. Desde el principio la historia es narrada en el pasado, pero al final de la historia Borges cambia el tiempo cuando el narrador dice: “Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte esta es la muerte que hubiera elegido o soñado”. Borges al cambiar el tiempo crea confusión sobre donde se encuentra el personaje y le deja el final de la historia al criterio del lector porque nunca revela si murió Dahlmann y en donde. Se podría interpretar que murió en el Sur acuchillado en la pelea, una muerte valiente como la de su abuelo Johannes Dahlmann o si en verdad murió en el sanatorio, la cual para él era una muerte humillante.
En “La muerte y la brújula”, Borges emplea una manera diferente para cambiar la idea que tiene el lector del tiempo. En esta historia, Borges le demuestra al lector que el tiempo es infinito y que no existe el pasado, presente, ni el futuro y que no hay forma de que podamos pausarlo. Cuando Lonrot se encuentra con que no existía ningún crimen y que todo era planeado para matarlo, dice: “Yo sé de un laberinto griego que es una línea única, recta. En esa línea se han perdido tantos filósofos que bien puede perderse un mero detective. Scharlach, cuando en otro avatar usted me dé caza, finja(o cometa) un crimen en A, luego un segundo crimen en B, a 8 kilómetros de A, luego un tercer crimen en C, a 4 kilómetros de A y de B, a mitad de camino entre los dos. Aguárdeme después en D, a 2 kilómetros de A y de C, de nuevo a mitad de camino. Máteme en D, como ahora va a matarme en Triste-le-Roy”. Este fragmento de la historia nos da un concepto del infinito, de que si no sabes cuál es el principio y cuál es el final, no existe el tiempo. El segmento que Lonrot dice es interminable, y por consiguiente no se halla el tiempo.
En conclusión, Borges juega con el tiempo en “El Sur” y en “La muerte y la brújula”, para demostrar que la idea del tiempo tal y como se cree que es, no existe. En ambas historias, Borges juega con la mente del lector y crea confusión. En el caso de “El Sur” y pasado y el presente se encuentran mezclados mientras que en “La muerte y la brújula”, el tiempo no existe, es infinito.